C'est la vie

lunes, 25 de mayo de 2015

“Todos los que conoces están luchando por algo de lo que no sabes absolutamente nada, se amable. Siempre”.

Cada vez que nos pasa algo malo, sentimos que nunca vamos a poder superarlo, que nadie va a sentir ese vacío que estamos sintiendo y que somos la persona que más sufre en el mundo entero. Luego, mirando a nuestro alrededor, saliendo de nuestra zona de confort, aireando nuestra mente, nos damos cuenta que hay un mundo esperándonos allí afuera, si, un mundo que no para su curso simplemente porque estamos tristes, simplemente porque decimos que nunca vamos a poder superar, olvidar, perdonar.

El ser humano también es egoísta y siempre se da cuenta que su problema no era tan grave cuando lee una noticia de las guerras, de las matanzas por diferencia de religión o pensamiento, cuando ve en la televisión a un niño enfermo que lucha por su vida o una persona que necesita trasplante de corazón pero no tiene suficiente dinero, cuando siente la desigualdad social que existen aún hoy en día, Ahí recién percibe lo agradecido que tiene que estar, pero, ¿Por qué ahí recién nos damos cuenta?

Vivimos preocupados, el ser humano tiene la necesidad de encontrar un problema para cada situación, en vez de encontrar una solución para cada problema. Nos olvidamos de sonreír, de saludar, de preguntar “¿Cómo te fue el día?”; nos olvidamos de las cosas simples, nos olvidamos de VIVIR, todo a causa de que decimos que “estamos mal” y por eso todo automáticamente tiene que estar mal también a nuestro alrededor. 

¿Se imaginan que loco sería que cuando tengamos un problema lo veamos como un obstáculo que Dios nos puso porque sabe bien que somos capaces de superar todo, porque somos guerreros y los guerreros no bajan la cabeza fácilmente? 
¿Se imaginan que loco sería aprender a perdonar, a dar una segunda oportunidad, a no sentir rencor, no sentir envidia, tener una sonrisa al despertarse y ser feliz?

Todo lo que das, la vida te la devuelve el doble, por eso hay que reír más, amar más, agradecer más, hablar más, abrazar más, bailar más, cantar más, saber que después de la tormenta sale el sol (aunque suene muy cliché), hay que aprender a disfrutar de un atardecer, un buen libro, una buena charla, hay que soltarse más de la tecnología, despegarse del celular y aprovechar el gigantesco mundo que tenemos en nuestra frente y no dejar que nada ni nadie nos quite esa luz que tenemos, porque nacimos para brillar.

La vida es una sola, no tiene un botón de pausa, de inicio ni para volver atrás ni para adelantar. El momento es AHORA, hay que disfrutar cada día, porque tu presente define tu futuro y luego será un buen recuerdo del pasado. Todo pasa, todo se olvida, se supera y se perdona. Nadie puede sentir algo que no podrá soportar, lo único que necesitamos es tiempo… Y amor propio, mucho amor propio. Porque así es la vida, c’est la vie, nunca se detiene, hay aprender a coleccionar todos los momentos, ya sean buenos o malos, porque los buenos dejan un recuerdo, los malos una lección y ambos te hacen crecer y ser más fuerte.


¡Vivamos para ser felices y seamos felices para vivir!

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